Uno de los temas que continúan siendo relevantes en materia de seguridad es la prevención y el control de incendios, debido a que muchos de los materiales en grandes industrias son susceptibles al calor y a las llamas. Por eso, uno de los avances más importantes en materia de seguridad es el de la supresión automática de incendios, que consiste en un conjunto de tecnologías que permiten detectar y apagar incendios de manera rápida y eficiente.

La ventaja principal de esta tecnología es que los sistemas no necesitan intervención humana directa, por lo que se puede apagar el fuego a través del uso de elementos programados, evitando que ningún colaborador se arriesgue y que la situación se convierta en un incidente grave, además de disminuir en gran medida los daños al material, a la maquinaria y/o a la mercancía.

Aunque existen diversas variaciones de los sistemas de supresión de incendios, todos ellos funcionan bajo las mismas etapas:

1. Detección de incendio
   Para esto se utilizan sensores que detectan la presencia de humo o la radiación infrarroja y ultravioleta. También existen sensores termostáticos que se activan al detectar una temperatura fija predeterminada, así como los termovelocímetros que detectan los aumentos rápidos de temperatura.
   Sin embargo, los más recomendados y los de mejor calidad son aquellos que combinan varias tecnologías, fusionando la precisión de ambos aparatos y reduciendo el riesgo de una falsa alarma.
2. Encendido del sistema
   Existen 2 sistemas que deben activarse una vez que los sensores detectan temperaturas y otros elementos de forma inusual. La primera de ellas es que se debe enviar una señal al panel de control del sistema de supresión, en donde el mismo sistema analizará la información para decidir si da la orden de activar la supresión o si se trata de una falsa alarma.
   Por su parte, esta tecnología también estará programada para encender las alarmas sonoras o visuales para que las personas que se encuentran dentro del inmueble o del espacio en el cual se detectó el humo y el calor puedan evacuar ordenadamente y evitar un accidente.
3. Supresión del incendio
   Existen diferentes dispositivos adecuados para cada uno de los tipos de supresión normalmente utilizados en estos sistemas. Los más comunes son los rociadores automáticos, que descargan agua de manera similar a un rociador de jardín una vez que se detecta una temperatura determinada o el aumento muy rápido de la misma.
   Sin embargo, también existen agentes químicos y espumantes que sofocan el fuego para evitar que el oxígeno llegue hasta él, impidiendo las reacciones químicas que permiten que la flama crezca. Además, la mayoría de las espumas también enfrían las superficies sobre las que caen, disminuyendo el riesgo de que el fuego vuelva a encenderse una vez que la sustancia ya no caiga sobre él.

La ventaja principal de los sistemas automáticos de supresión de incendios consiste en que su reacción rápida elimina la necesidad de la intervención humana, permitiendo que todos los colaboradores evacúen de manera segura y con mucho menos riesgo de lesiones o incidentes graves.

Además, al acabar con el fuego de una manera más rápida y en una etapa más temprana, los daños al inmueble, a las instalaciones y a los productos son mucho menores; lo cual reduce los costos de reparación y reduce la cantidad de objetos que necesitarían ser reemplazados.

Aunque estos sistemas se utilizan mayormente en plantas industriales e inmuebles de diferentes ciudades, también pueden proporcionar protección en zonas críticas, tales como lugares de almacenamiento de productos químicos o en sitios en donde el hardware tecnológico podría representar una mayor pérdida ante los daños ocasionados por el fuego.

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